Emilio Osorio: La belleza de un sueño en construcción

En una conversación exclusiva, Emilio Marcos revela los pilares de su carrera: el amor como motor creativo, una disciplina férrea y el sueño de ser uno de los mejores artistas de México. Desde la nostalgia de un anime hasta el reto de representar el autismo en televisión, esta es la historia del artista multifacético que redefine su propio camino.
Emilio Osorio

La banda sonora de una vida

 

Todo comienza con una canción. O, para ser más precisos, con dos que delinean el mapa emocional de Emilio Osorio. Por un lado, “Feel” de Robbie Williams, ese himno que pone “cada vez que quiero un momento épico en mi vida”. Por el otro, una melodía cargada de una nostalgia profunda y personal: “Bratja”, OST del anime Full Metal Alchemist. La canción habla de dos hermanos que pierden a su madre.

 

“Esta canción la he escuchado a lo largo de 20 años literalmente”, confiesa Emilio. “Fue la primera canción que me aprendí en piano cuando empecé a estudiar a los 8 años”.

 

Esa elección no es casual; revela un corazón que valora los lazos familiares, la resiliencia y las historias que, como la suya, se tejen con hilos de esfuerzo y cariño.

 

 

Escribir para sanar: El amor como terapia

 

Si hay un faro que guía la creatividad de Emilio, es el amor. Al preguntarle cómo selecciona las historias que canta, su respuesta es tan sincera como reveladora:

 

“Chale, pues te voy a ser super sincero, Johan. Yo creo que mis historias y mis canciones vienen de lo vivido totalmente”.

 

Para él, componer no es una labor, es terapia. “Escribo como terapia más que como labor”, asegura. Este enfoque visceral y auténtico es el sello que impregna canciones como “La Noche Entera” con la Sonora Santanera, un tema que define cómo ve el amor, o la próxima cumbia “Tu no lo Sabes”, escrita inspirado en su personaje de la telenovela “Amanecer”.

 

 

Un gran reto

 

Hablar de “Amanecer” es hablar de uno de los desafíos profesionales más grandes que Emilio ha enfrentado. Interpretar a Tonatiuh Talavera, un joven con autismo, exigió de él una gran preparación que fue más allá del guion.

 

“Lo primero que hice fue perderle el miedo”, explica. ¿Cómo? “Atreviéndome”. Su método fue buscar “cimientos sólidos”: visitó el Centro de Autismo Teletón (CAT) para convivir con personas en el espectro, estudió la historia del autismo y se sumergió en su realidad.

 

“Creo que a partir de eso ya el generar la empatía con quienes tienen la discapacidad ya fue el último paso como para sensibilizarme como yo quería que se sensibilizara el público con Tonatiuh”.

 

El resultado es un personaje querido y respetado, un logro que atribuye al trabajo en equipo y a haberse concentrado en el oficio, por encima del ruido y las expectativas.

 

 

Nepotismo, redes y la batalla por la autenticidad

 

En una industria donde el apellido pesa, Emilio aborda el tema del nepotismo con una madurez inusual. “Creo que hay un poco de nepotismo en mí, o sea, porque hay cosas que yo no controlo”, admite con franqueza. Pero rápidamente redirige el foco hacia lo que sí puede controlar: Su ética de trabajo.

 

“Día a día trato de enfocar mi energía en dar lo mejor de mí en mi carrera, ser amable, ser una persona amorosa, respetuosa, directa, honesta”.

 

Sabe que no puede controlar lo que dice en redes sociales, pero su antídoto es la autenticidad y el trabajo duro. “A la larga, esos valores van a ir construyendo un ser humano valioso”.

 

 

La disciplina de hierro y un sueño en grande

 

¿Cómo equilibra la música y la actuación? Con una dedicación que raya en lo monástico. “Soy un tipo que está 100% dedicado a su carrera”, declara. Desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la madrugada, su vida está estructurada alrededor de su pasión.

 

“Creo que de esa manera es como puedo brindarle lo mejor de mí a la gente que quiera disfrutar de mi trabajo”.

 

Y ese trabajo tiene una meta clara y ambiciosa. Al ser preguntado sobre lo que quiere que recuerden de él, su respuesta es contundente: “Estamos preparando, si Dios quiere y nos da el chance, uno de los mejores artistas de México”. Es un sueño que abraza con todo su equipo y por el que lucha con uñas y dientes.

 

“Si ya soñar está en nuestra cabeza, ¿qué nos cuesta tirar para arriba?”.

 

 

Anécdotas que forjan

 

La entrevista no estaría completa sin esos momentos de humor y vulnerabilidad que humanizan al ídolo. Emilio recuerda un viaje a Brasil, donde en un programa en vivo se le olvidó la letra de su propia canción… en portugués.

 

“Estaba yo sentado tapando mi boca, porque mi boca no iba acorde a la canción”.

 

Un momento “random” y vergonzoso que contrasta con la glamourosa experiencia de recibir un premio en Nueva York al lado de Ricky Martin.

 

“Esta carrera te da desde el glamour más canijo hasta el lugar más random y solitario”, reflexiona riendo.

 

 

Hacia el futuro

 

Mirando hacia adelante, Emilio sueña con actuar en una plataforma digital y, en la música, tiene una colaboración pendiente: Carlos Rivera.

 

“Es un mexicano que admiro mucho”.

 

Confiesa, recordando cómo, tras una experiencia difícil en ‘La Voz’, Rivera lo tomó a un lado para platicar y darle aliento. Un gesto que nunca olvidó.

 

Y para definir su estilo musical, se queda con una palabra que encontró por casualidad y que une sus raíces mexicana y cubana: ‘Cumbacha’. Una palabra tan única y ecléctica como el artista mismo.

 

Emilio Marcos no es solo un nombre en un cartel; es la personificación de un sueño en constante construcción, un recordatorio de que la autenticidad y el trabajo duro son, en sí mismos, un acto de elegancia.

 

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