En el panteón de los personajes de culto, Patrick Bateman ocupa un lugar único. Es la personificación de la ambición desmedida, el consumismo vacío y una psicopatía envuelta en el traje más impecable de Wall Street. Para Halloween, disfrazarse de él no es solo ponerse una máscara sangrienta; es adoptar una estética meticulosa y una actitud glacial que lo convierten en el disfraz más inteligente y aterradoramente elegante de la noche.
El objetivo no es parecer un asesino, sino un asistente de vicepresidente que, casualmente, podría serlo. El diablo está en los detalles, y Bateman es todo detalles.

El traje
El núcleo del disfraz es un traje de poder de finales de los 80. Olvida las tallas grandes y las mezclas sintéticas.
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Tela y Color: Busca una lana fina en tonos sólidos: gris carbón, azul marino o un discreto pinspot. La elegancia es conservadora.
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Corte: Debe ser de hombreras marcadas (pero no exageradas), pecho definido y un ajuste que, sin ser ceñido, denote estructura. Es la armadura del yuppie moderno.

Los accesorios
Aquí es donde el disfraz cobra vida. Sin ellos, solo eres un hombre de negocios.
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La Corbata: Debe ser de seda, con un estampado de patrones repetitivos como la pata de gallo o los foulard. Es el toque de “personalidad” calculada.
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Los Gemelos: Metálicos, discretos, pero de calidad. Un detalle no negociable que grita “clase alta”.
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La Cartera: Delgada, de piel negra o marrón. No lleva efectivo, solo tarjetas de visita de un blanco hueso impoluto.
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El Corte de Pelo: El “business part” es casi un personaje en sí mismo. Perfectamente recortado en los lados y ligeramente voluminoso en la parte superior. Debe verse caro.

La actitud Bateman
Puedes tener el traje perfecto, pero sin la actitud, no eres él.
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La Mirada: Practica una sonrisa tensa y una mirada vacía que atraviese a las personas.
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La Voz: Habla con un tono calmado, mesurado y lleno de pretensión. Puedes soltar frases como “¿Tienes una tarjeta de visita? La mía es de color hueso” o iniciar una discusión sobre el álbum de Genesis de 1980.
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El Prop: Lleva contigo una carta de restaurante falsa o una cinta de video (puedes hacer una funda falsa) de “The Patty Winters Show”. Un hacha de juguete con “manchas” de sangre seca asomando discretamente de un bolso elegante es el guiño definitivo para quienes entienden la referencia.

Encarnar a Patrick Bateman es un ejercicio de estilo y psicología. Es el recordatorio de que a veces, el disfraz más aterrador es la perfección misma.