En los fogones de Asturias, donde la sidra es más que una bebida, es cultura. Así pues, nació uno de los platos más sencillos pero emblemáticos de la gastronomía española: el chorizo a la sidra.
Una combinación humilde entre embutido y sidra de manzana, literalmente una tradición agroganadera del norte de España.
El origen
Al igual que otros platillos, el chorizo a la sidra no tiene un inventor conocido, sino que es fruto de la cocina de aprovechamiento rural. Lo que si podemos hacer es rastrear su origen a dos pilares asturianos.
El primero lo encontramos en la matanza del cerdo; para conservar la carne, el chorizo se elaboraba en las casas durante el invierno, ya sea ahumado o curado.
Para el segundo pilar tenemos que conocer cómo la sidra natural se lleva produciendo en Asturias desde hace siglos. La sidra no tardaría en usarse para cocinar, pues su acidez y dulzor realzan los sabores grasos.
Se cree que el chorizo a la sidra surgió como un almuerzo rápido para pastores y agricultores, quienes cocinaban el chorizo en sidra caliente para ablandarlo y darle un toque jugoso. Pasado el tiempo, se popularizaría en las sidrerías.
Chorizo y sidrerías, sidrerías y chorizo
Por allá del siglo XIX, las sidrerías adoptaron el chorizo a la sidra, volviéndose rápidamente en un éxito. Estos establecimientos, donde la sidra se escanciaba directamente de las barricas, servían el plato en cazuelas de barro para compartir. Era (y sigue siendo) común verlo en romerías y fiestas populares, acompañado de pan rústico.
¿Cómo es la receta?
La receta clásica es simple, pero con secretos:
- Se doran chorizos asturianos (gruesos y con punto picante) en una cazuela.
- Se añade sidra natural asturiana hasta cubrirlos y se cocina a fuego lento, evitando que hierva fuerte para que no se amargue.
- Opcionalmente, se agrega cebolla, laurel o un chorrito de aguardiente.
- Se sirve en su jugo, a menudo pinchado con un palillo para comerlo directamente de la olla.
En la actualidad
Hoy, el chorizo a la sidra es un icono de Asturias, pero también un ejemplo de cómo la cocina tradicional se reinventa sin perder esencia. Desde las brañas más remotas hasta los restaurantes con estrella Michelin, este plato sigue uniendo a la gente alrededor del fuego, la sidra y la buena mesa.