Hablar con Santi Peralta y Carla Barbotó, es hablar de Paccari, y es escuchar una historia que va mucho más allá del chocolate. Es hablar de identidad, de orgullo latinoamericano y de cómo un producto que durante siglos se exportó como materia prima, hoy puede ser símbolo de innovación, resiliencia y futuro.
“No queríamos trabajar con agricultores infelices”, dice Peralta recordando los inicios, hace ya más de 20 años. Su primera decisión fue pagar hasta el triple por el cacao, exigiendo calidad, pero devolviendo dignidad. Desde entonces, Paccari no solo hace chocolate: construye cadenas de valor que se quedan en la región.
Un amanecer latinoamericano
El nombre Paccari significa amanecer en quechua. Para Carla y Santi, era también el símbolo de una nueva etapa: dejar atrás cuatro siglos de exportar cacao crudo y comenzar a producir chocolate desde Latinoamérica para el mundo.
“Era como tener limones y no hacer limonada”, explican. “Ecuador exporta el 70% del cacao fino del planeta y no había industria que lo transformara en chocolate de autor”.
Paccari nació para cambiar esta paradoja, y hoy está presente en 42 países, desde el Museo del Prado en Madrid hasta la primera clase de Emirates Airlines.
Sabores que saben a memoria
El catálogo de Paccari cuenta con 80 sabores y 446 premios internacionales —más que muchas marcas europeas juntas—. No son solo chocolates: son postales de la memoria culinaria latinoamericana. Té de limón que recuerda la casa de la abuela, maracuyá, sal de Cuzco, rosas andinas, mole mexicano o cardamomo guatemalteco.
“Queremos ser un chocolate panlatino”, enfatiza Carla. Porque más allá de las fronteras, todos los pueblos de la región comparten un mismo amor por el cacao.
Identidad y resistencia
Para Santi y Carla, el chocolate es también una herramienta de conciencia. “¿Cómo hacemos que la plata en vez de quedarse en Suiza se quede en Latinoamérica?”, cuestionan. Cada barra de Paccari es un acto político: empleo local, agricultura orgánica, comercio justo y una narrativa que pone en el centro a los productores.
Su visión es clara: orgullo latinoamericano. “Queremos que la gente sepa que el mejor chocolate del mundo no es suizo: es nuestro, y está aquí, en Latinoamérica”.
Paccari cruza fronteras
En su paso por Latino Gastronomic, Paccari sorprendió con catas y maridajes insospechados: chocolate con mezcal, por ejemplo. “Yo pensaba que solo se podía con whisky, hasta que lo aprendí aquí en México”, dice Peralta. La clave está en compartir, en abrir diálogos y en revalorizar lo propio con una mirada contemporánea.
Un pedazo de abuela en cada tableta
Al final, cuando se les pregunta qué le dirían a alguien que aún no conoce Paccari, la respuesta es sencilla: “Que vengan a probarlo. Que encuentren a su abuela en un trozo de chocolate”.
Paccari no es solo un producto; es un manifiesto comestible: Latinoamérica tiene el mejor cacao del mundo, y por fin lo estamos transformando en nuestra propia voz.