El baklava, con su crujiente textura y su delicado sabor a miel y frutos secos, es uno de esos postres que trascienden fronteras y generaciones. Este manjar, que se remonta a la antigua Mesopotamia, ha viajado a través del tiempo y las culturas, conquistando paladares desde los imperios persa y otomano hasta convertirse en un clásico de la gastronomía del Medio Oriente.
A primera vista, el baklava parece una simple combinación de capas de masa filo, nueces picadas y almíbar. Sin embargo, su preparación es una obra maestra de paciencia y técnica, resultado de siglos de perfección. El origen exacto del baklava sigue siendo motivo de debate, ya que varias culturas, incluyendo la turca, griega y árabe, reclaman su creación. No obstante, lo que sí es claro es que este postre ha sido un símbolo de celebración y hospitalidad en toda la región.
Durante el Imperio Otomano, se convirtió en un lujo reservado para las clases altas, preparado en los palacios y ofrecido en ocasiones especiales. Hoy, aunque sigue siendo un símbolo de abundancia, el baklava es accesible a todos y sigue siendo parte esencial de festividades como el Ramadán o el Eid.
Lo que hace especial al baklava es la armonía perfecta entre sus ingredientes. Cada capa finísima de masa filo es pintada con mantequilla derretida, creando un crujido dorado y ligero al hornearse. Entre cada capa, se añaden nueces, pistaches o almendras finamente picadas, dependiendo de la región, que aportan una textura terrosa y un sabor suave.
El toque final es un almíbar a base de miel o azúcar, infundido con aromas como agua de rosas, canela o jugo de limón, que se vierte sobre el baklava recién salido del horno. El resultado es un equilibrio entre lo dulce y lo crocante, una sinfonía de sabores y texturas que se derrite en la boca y deja un regusto sutil y duradero.
En un mundo en el que la comida rápida y las recetas simplificadas dominan, el baklava se mantiene como un recordatorio de la importancia de los procesos artesanales. Es un postre que, al igual que muchas joyas de la gastronomía mundial, requiere tiempo, dedicación y amor por los detalles.