Quedan pocos lugares castizos en las calles de Madrid, como la taberna de Amadeo Lázaro, Casa Amadeo, que ha estado al mando desde 1942. A sus 95 años, Amadeo es el orgulloso propietario de Casa Amadeo Los Caracoles, una taberna genuina situada en el corazón de la ciudad, en la Plaza Cascorro.
Casa Amadeo Los Caracoles
La aventura de Amadeo Lázaro empezó en un tren rumbo a Madrid. A la tierna edad de 10 años, fue enviado a vivir con su hermana Nicanora. Al llegar, comenzó su aprendizaje en la taberna de la casa, ubicada en la calle Toledo N.90.
En este lugar se ofrecían platos tradicionales como potaje, merluza fresca, pollo en pepitoria, huevos fritos, carne y vino. Era un rincón acogedor frecuentado por la gente humilde del mercado de pescado, quienes encontraban no solo comida deliciosa sino también hospedaje.
A los 13 años, Amadeo se mudó a la plaza de Cascorro N.15 para mejorar su formación. Manolo y María, los dueños del lugar, lo acogieron como aprendiz interno, ofreciéndole un salario de 50 pesetas al mes, además de cama y comida. Lo que Amadeo no imaginaba era que su estancia en la plaza de Cascorro se extendería desde 1942 hasta el día de hoy.
El señor Manolo falleció cuando Amadeo tenía 15 años. En ese momento, María, la esposa de Manolo, decidió traspasar el negocio. La hermana de Amadeo reunió el dinero necesario y se hizo cargo del local. Desde entonces, Amadeo y su cuñado han estado al frente del establecimiento.
Una tradición que sigue viva
En un principio era una taberna, nada de comida, aguardiente, vino, cerveza que no era muy popular. Con el tiempo la madre y otra hermana de Amadeo llegaron a Madrid, y con ellas llegó un nuevo aire a la taberna.
Los caracoles son el plato insignia de Casa Amadeo; un manjar que se elabora a partir de caracoles frescos que vienen de granjas ecológicas. La preparación es una receta original de su madre, aunque con el tiempo la esposa de Amadeo le ha añadido su toque.
Con un toque de especias y chorizo, servidos en una tradicional cazuela de barro, sumerge el pan en el caldo y ten cuidado de no cometer el pecado de dejar salsa en el plato. Como bien dice Amadeo, “la esencia de la cocina, al igual que en la vida y el amor, está en la salsa”.
Para disfrutar de los caracoles al estilo tradicional, usa un palillo para extraerlos de sus conchas. Y recuerda, saborea con pan y no dejes ni rastro de salsa en el plato. Marida esta experiencia con un vino tinto robusto o una cerveza bien fría.
Aunque los caracoles no son los únicos que brillan, también sirven callos, orejas, rabos de toro, bacalao rebozado, postres caseros, chorizo, mejillones. Un lugar que, si visitas, aún podrás ser atendido por Amadeo, de 95 años de edad.
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