Cuando Casa Dulce Reserva (CDR) comenzó operaciones, puso como una de sus metas principales llevar productos de calidad a distintas partes del mundo a fin de compartir una de las bebidas más emblemáticas de México: el mezcal.
Para lograrlo, ha puesto como prioridad el cuidado y la preservación de las mejores plantas de maguey a través de un proceso de biotecnología en el que se seleccionan los mejores especímenes, los cuales se reproducen en laboratorio bajo el cuidado de expertos en la materia.
Esto es de suma importancia porque algunos pequeños productores de mezcal lo hacen de manera silvestre, es decir, cortan los magueyes que crecen de manera natural sin preocuparse por replantar los especímenes utilizados, lo cual va desgastando la tierra y el ecosistema.
Lo anterior cobra mayor relevancia si se toma en cuenta que gran parte de la producción de Casa Dulce Reserva se genera en la Biósfera de Tehuacán-Cuiclatán, un espacio que las autoridades federales califican como “un espacio enigmático en el que converge la riqueza biológica, geológica, cultural e histórica” de la región; además de ser una zona protegida por la Unesco debido a su valor natural y cultural, lo que la ha convertido en patrimonio mundial.
La región de origen tiene un valor agregado cuando se tiene en cuenta que el sabor del mezcal se ve influenciado por la tierra en la que crece el agave, en ese sentido, la biodiversidad de la Biósfera nutre desde el subsuelo los agaves utilizados por Casa Dulce Reserva, logrando que cada gota de mezcal logre la máxima excelencia.
Finalmente, a la par de la tierra, las manos que cultivan el agave son determinantes para conseguir la mejor cosecha, es por ello que cada uno de los colaboradores de CDR ponen paciencia, dedicación y cuidado en el proceso para crear cada gota de mezcal, creando así una bebida espirituosa con el máximo sabor.
