En el mundo profesional, la asertividad es una de esas competencias que pueden marcar una gran diferencia.
No se trata solo de hablar fuerte o imponer ideas, sino de conocer nuestros derechos, expresarlos con claridad y al mismo tiempo respetar a los demás.
En pocas palabras, la asertividad es la expresión de una autoestima sana y un estilo de comunicación que nos protege y nos respeta. Y no olvidemos algo fundamental: como nos tratamos a nosotros mismos refleja la manera en que los demás nos tratarán. Si te valoras, proyectas ese valor hacia afuera. Somos espejos, y el entorno inevitablemente responde a lo que irradiamos.
¿Por qué es importante ser asertivo en el trabajo?
Todos hemos conocido a esa persona que parece tener un “don” para expresarse con seguridad. Hablan con calma, defienden sus ideas sin sonar agresivos y logran hacerse escuchar. Pero la realidad es que la mayoría no nace con esa habilidad; se construye con práctica y autoconocimiento.
En el ámbito laboral, ser muy complaciente puede tener consecuencias. ¿Te ha pasado que dices que “sí” a todo, y de pronto tu bandeja de tareas está a punto de explotar? O que tu esfuerzo no se reconoce porque no lo comunicas con claridad. O peor aún: que alguien se tome la libertad de hablarte con falta de respeto porque percibe que no pondrás un alto. Eso es lo que ocurre cuando falta asertividad.
La buena noticia es que esta habilidad se entrena como un músculo. No verás resultados instantáneos, pero con constancia empezarás a notar muchos cambios como:
- Mayor autoconocimiento y gestión emocional.
- Capacidad para establecer límites claros.
- Una autoestima fortalecida.
- Sensación de control sobre tu vida y tu tiempo.
- Más satisfacción personal y profesional.
Tips para fortalecer tu asertividad en el trabajo
1. Deja de disculparte innecesariamente.
Un “lo siento” mal colocado puede debilitar tu mensaje. Expresar una opinión no es motivo de disculpa; al contrario, es tu derecho. Atrévete a hablar con firmeza y notarás cómo tus ideas tienen mayor impacto.
2. Ponte en valor.
¿Cuántas veces hemos escuchado frases como “No sé si esto sirva” o “Chance y suena raro” antes de proponer una idea? Ese tipo de introducciones restan fuerza a tu mensaje. Tu voz tiene más valor de lo que crees, y tus ideas merecen ser escuchadas. Dale el mismo peso que esperarías de alguien más.
3. Conoce tus límites.
Decir “no” no es ser grosero, es ser realista. Si tu jefe ya te ha pedido veinte tareas urgentes y aún así quiere una más, practicar la asertividad es pedirle reevaluar prioridades. Quien no sabe establecer límites se desgasta y, tarde o temprano, pierde motivación.
4. Usa comunicación en primera persona.
La diferencia entre “Hay que hablar de mi sueldo” y “Me gustaría hablar de mi sueldo” es enorme. El primer enunciado suena como imposición; el segundo, colaboración. Hablar en primera persona evita culpas, hace más suave el mensaje y abre espacios de diálogo.
El mensaje final
Ser asertivo no es una receta mágica ni algo que se logre de un día para otro. Requiere ensayo, error y mucha práctica, pero cada paso cuenta. Piensa en ello como un entrenamiento: cuanto más lo practiques, más natural se volverá.
Al final, la asertividad es mucho más que una herramienta profesional; es un estilo de vida. Te permite cuidar tu energía, respetar tus tiempos, valorar tus ideas y construir relaciones más equilibradas y sanas.
Recuerda: la asertividad es un músculo, y cada día puedes ejercitarlo más y más.
Empieza con pasos pequeños, y verás cómo se convierte en un aliado muy valioso en tu crecimiento personal y profesional.
Co-fundadora de CVUP