Luego de un par de intentos por conformar una banda con identidad propia, Vince Clarke (sí, el fundador y tecladista de Erasure) escuchó a un chico de 18 años cantando “Heroes” de David Bowie. Aquella voz aterciopelada y al mismo tiempo como saliendo de las profundidades de un monasterio, se trataba de la de David Gahan, que en 1980 se convertiría en el vocalista y líder de la mítica banda Depeche Mode, bautizada por el mismo Dave mientras leía una revista de moda francesa.
Sin el atrevimiento a la ruptura de la industria musical británica de a principios de los años ochenta, conformada por corrientes como The Cure, New Order, The Smiths, o The Pet Shop Boys; la banda de Basildon, Essex, que en su alineación principal contaba con uno de los pulmones y creador de atmósferas de la banda, Andrew Fletcher, tristemente fallecido en 2022; la parte lírica de la agrupación y guitarrista, Martin Gore, y uno de los frontman más camaleónicos que ha sobrevivido a los excesos de los escenarios, Dave Gahan, Depeche Mode no sería uno de los proyectos artísticos que más ha aportado al desarrollo musical por más de 41 años, desde que Speak & Spell, su primer disco, nos dio a conocer joyas como la siempre bailable “Just Can´t Get Enough”.
Hasta 1987 Depeche Mode había lanzado seis discos de estudio que daban cuenta del talento de la banda, en esos años de trabajo creativo aparecieron “Everything Counts” del disco Construccion Time Again y la joya tecnoindustrial “People are People”, de su cuarto trabajo Same Great Reward. En 1986 Martin Gore nos regala –como siempre– el lado más sensible de la banda interpretando “A “Question Of Lust” del disco Black Celebration, y al año siguiente, “Never Let Me Down” y “Strangelove”, del disco Music For The Masses, volaba la cabeza –en el sentido más artístico– a toda una generación llena de buen gusto. Para 1990 nuestros tíos y tías cuelgan posters en sus habitaciones y se ponen la playera de Violator, séptimo disco de la banda, diseñado por Anton Corbijin. El título es literal: transgresión. Es un disco polifónico, lleno de discursos amorosos, irónicos y políticos, donde Gahan es sutil, en momentos frenético y definitivamente hermoso en episodios como en “The World In my Eyes”, “Waiting for the Night”, “Enjoy the Silence” “Personal Jesus”, “Blue Dress”, “Policy of truth” y “Clean”. Para este disco, Dave tenía ya 28 años y un largo expediente en el uso de sustancias que lo fueron sumergiendo en los momentos más oscuros de su vida personal y profesional.
Y fue en el siguiente material, Songs Of Faith And Devotion, grabado en España y en Hamburgo, donde la banda creyó que sería una excelente idea rentar una mansión en un lugar de Madrid y encerrarse para grabar otro álbum. Dave seguía haciendo de las suyas y eso creaba una atmósfera muy tensa para los otros de la banda. Pese a todo, Depeche Mode entregó un trabajo muy sobresaliente, a la par, o incluso superando al anterior, Violator. Destacan los sencillos “I feel you”, la poderosísima “Walking in My Shoes” y una de las canciones favoritas de Gahan, “Condemnation”, un gospel del talentosísimo de Martín Gore. El disco fue concluido en Hamburgo porque Gahn, con pelo largo como de a Jesucristo y una barbita tipo D´Artagnan, los pómulos pronunciados y las ojeras de un perfecto junkie, haciendo un homenaje al outfit grunge de los noventa, se le ocurrió salir a las calles de Madrid y amagar con morder el cuello de los transeúntes porque el cantante se creía un vampiro. Obviamente la banda fue echada del país y el disco se terminó de grabar en Hamburgo.
En 1995 se dieron vuelo con las giras “Devotional Tour” y “Exotic Tour”, en la que tanto Gahan como Gore, sufrieron un ataque al corazón en pleno escenario y al año siguiente, Dave Gahan fue llevado al hospital por una sobredosis en la que prácticamente el cantante había abandonado este plano por unos minutos, así lo narra en un entrevista realizada en 2005 para la revista Rolling Stone: “Lo que realmente sentí fue una abrumadora sensación de que lo que me estaba haciendo a mí mismo estaba claramente mal y todo lo que veía era negro. Estaba perdido”.
En 1997 la banda estuvo a punto de disolverse debido a las constantes recaídas de su líder, sin embargo y por fortuna para todos los que adoramos a Depeche Mode, Dave ingresó a la misma clínica en la que estuvo Kurt Cobain para resolver de una vez por todas sus problemas de adicción y enfocarse a la música. Con el cabello recortado y ya sin barba, Gahan encuentra en los escenarios esa adrenalina que tanto necesitaba su cuerpo y la banda vuelve a desarrollar su mejor talento lanzando propuestas del género industrial como Ultra, en el que destaca el sencillo “It´s not good”; posteriormente aparece Exciter –con el que no pasó gran cosa–, Paper Monster (disco en solista de Dave), Playing the Angel –donde aparece la icónica “Precious”–, Sounds of the Universe, que incluye el sencillo “Wrong”, y los discos Delta Machine y Spirit, con los sencillos “Heaven” y “Where´s the Revolution”, respectivamente.
En las pocas entrevistas que concede se ve a un Dave Gahan renovado y totalmente alejado de un pasado turbulento que le impedía mostrar la parte más estética de su personalidad. Todo en Dave en un símbolo, cada accesorio, anillo o tatuaje representa una historia, como lo es el ave Fénix que tiene en el hombro representando la resurrección. Siempre con la elegancia que lo distingue porque más que un rockstar a Dave se le asocia más como un Conde o un poeta inglés del siglo XVIII. La repentina muerte de Adrew Fletcher en 2022 dejó inmersa la banda en una tristeza y total desconcierto pero sería –si se quiere decir así– el preludio para anunciar su último material Memento Mori con el sencillo “Ghosts Again”.
Depeche Mode sigue haciendo giras por todo el mundo, incluso estarán presentándose en septiembre en el Foro Sol de la Ciudad de México, así que al parecer a Dave Gahan no se le acaba la energía.
Por Mauricio Hernández
