No se dejen engañar. Que Greta Gerwig haya dirigido hasta ahora únicamente dos proyectos en solitario, no significa que sea nueva en la industria. La directora lleva cerca de quince años actuando, escribiendo y codirigiendo cine, como parte de un grupo de realizadores neoyorkinos que busca crear ficciones realistas y cotidianas. Por su parte, la propia Gerwig se ha decantado en ya dos películas propias por contar historias de mujeres jóvenes en su paso a la adultez; el género conocido como coming of age, en el cual las protagonistas enfrentan decisiones y conflictos que conducirán al resto de sus vidas. En Lady Bird (2017) y Little Women (2019) Greta Gerwig hace su caso como una de las grandes directoras en los años por venir.
Si se tiene en cuenta la experiencia actoral mencionada, es posible entender cómo la realizadora establece puestas en escena tan deleitantes. El tono de su primer filme es decididamente más realista, pues partiendo de su historia personal, presenta a una chica que expresa ambos, su seguridad y sus complejos, a través de su voz y su corporalidad. En cambio, su segundo filme aprovecha la vivacidad de tantos personajes para crear una encantadora sinergia entre las hermanas March y quienes les acompañan. Por ello, los diálogos suenan suaves en medio de un mundo estéticamente mucho más elaborado.
De la misma manera, el trabajo de fotografía en Lady Bird hace justicia a una historia contada solo hace unos años. Ubicada temporalmente en el 2002, los colores, las texturas y contrastes suelen corresponder a ese tipo de cine del que Gerwig proviene, priorizando diálogos expresivos en situaciones naturales. Por otro lado, Little Women entrega una fenomenal fotografía correspondiente a una película de época. Similar a cierto canal de youtube, se podría decir que, en esta cinta, cada cuadro es una pintura, y realmente atina al balance entre el ensueño y la evocación del pasado. Un punto medio entre la estética de Tom Hooper y Guillermo del Toro, si se quiere.
Un poco más difícil de descifrar, la edición que presentan ambas películas tiene tanto elementos que coinciden, como elementos que distan completamente el uno del otro. En Lady Bird se tienen más cortes duros y un rimo ligeramente agresivo de cuando en cuando. Mientras que en Little Women las historias se entretejen desde el pasado y el presente, con la suavidad propia de un cuento. Lo que es cierto, es que ambas hacen un excelente uso de pequeñas viñetas para avanzar el tiempo, y musicalización adecuada a la historia para sostener momentos de gran emoción.
A pesar de la polémica decisión de la Academia de no nominar a Gerwig por su dirección en Little Women, la cineasta ha demostrado gran talento al llevar a la pantalla historias relevantes para el cine de hoy, escuchando lo que éstas piden, y contándolas con coherencia y estilo audiovisual propio. Sólo se puede especular sobre su siguiente proyecto en conjunto con su colaborador y esposo, Noah Baumbach, sin embargo, el trabajo de Greta Gerwig ha servido como una declaración de que vino a hacer las cosas bien y a su manera. Afortunadamente, Greta Gerwig vino para quedarse.