El cheesecake es un postre fantástico, fácil de hacer y, claro, muy delicioso; de manera personal, es uno de mis favoritos, y seguramente lo es para muchas más personas. Claro que, al igual que toda la comida moderna, el cheesecake tiene un antecesor.
Estoy hablando del libum, un pastel romano que tiene sus raíces en la cocina de la antigua Roma; es ampliamente considerado como el antepasado del cheesecake moderno. Además de ser un alimento cotidiano, también tenía un significado religioso y cultural para la sociedad romana.
Origen del libum
Para entender de dónde viene el libum, retrocedamos hasta los primeros días de la República Romana; algunos dicen que incluso es más antiguo que eso. Los romanos adoptaron y adaptaron muchas de las tradiciones culinarias de los etruscos y de los griegos.
En la antigua Grecia, los pasteles de queso ya eran conocidos; se preparaban con queso de cabra y miel. Los romanos, conocidos por su capacidad de absorber y transformar las costumbres y culturas, tomaron estas recetas y las adaptaron a sus propios ingredientes y gustos.
Un significado religioso
Como ya mencionamos, este “cheesecake” tenía un significado religioso para los romanos. Era común ofrecerlo a los dioses, especialmente a los lares, quienes eran las deidades protectoras del hogar y la familia.
El escritor romano Catón el Viejo (234-149 a.C.) menciona el libum en su obra “De Agri Cultura”, uno de los tratados más antiguos sobre la agricultura y la vida rural en Roma. Catón describía con lujo de detalle el libum, permitiéndonos así conocer cómo se preparaba en aquella época.

Pepara tu libum
También se preparaba para ocasiones especiales, como bodas, nacimientos o festivales religiosos, pues sus ingredientes básicos lo convertían en un alimento accesible para todas las clases sociales, desde campesinos hasta patricios.
Así pues, aquí tienes la receta, tal como la describe Catón. Es sencilla y con ingredientes disponibles en la antigua Roma y, también, en la actualidad.
Instrucciones de Catón (traducidas y adaptadas al español)
Prepara la masa:
- “Toma 2 libras de queso y mézclalo bien en un mortero.”
- “Añade 1 libra de harina de trigo o, si quieres que sea más ligero, solo media libra, y mezcla bien con el queso.”
- “Añade 1 huevo y mezcla todo hasta que quede una masa homogénea.”
Forma el libum
- “Cuando hayas mezclado bien la masa, forma un pan o torta con ella.”
- “Colócalo sobre hojas de laurel para hornear, ya que esto le dará un aroma agradable.”
Hornea
- “Prepara el horno o el fuego para cocinar.”
- “Coloca el libum en el horno y cocínalo a fuego lento y constante hasta que esté dorado y firme.”
Baña con miel
- “Una vez cocido, retira el libum del horno.”
- “Baña el pastel con miel caliente, asegurándote de que se impregne bien.”
- “Espolvorea un poco de semillas de amapola o sésamo si lo deseas, aunque esto no se menciona en la receta original.”
Algunas notas para preparar el libum
Queso: Los romanos usaban un queso fresco y suave, similar al ricotta o requesón moderno. Asegúrate de que el queso esté bien desmenuzado antes de mezclarlo con la harina.
Harina: La harina de trigo era la más común en la antigua Roma. Si quieres ser fiel a la receta, usa harina de trigo sin levadura.
Hojas de laurel: Las hojas de laurel no solo aromatizan el libum, sino que también evitan que se pegue durante la cocción. Si no tienes hojas de laurel, puedes usar papel pergamino.
Horneado: Los romanos usaban hornos de leña o cocinaban sobre brasas. En un horno moderno, precalienta a 180°C (350°F) y hornea durante 20-25 minutos, o hasta que esté dorado.
Y listo, ahí lo tienes: una receta con poco más de 2,000 años de antigüedad. Es una receta sencilla pero llena de historia, perfecta para experimentar y probar.