Los tatuajes y los derechos de autor

Quizás nunca te habías puesto a pensar que los tatuajes pueden ser considerados como obras de arte y por ende existe un tema de derechos de autor detrás de los mismos. Antes que nada, es fundamental entender que el derecho de autor es el reconocimiento que hace el Estado en favor de todo creador de obras literarias y artísticas previstas en el artículo 13 de la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA).

¿Un tatuaje es una obra artística?

Si, efectivamente puede ser una forma de arte, una de las ramas que protege la Ley es precisamente la pictórica o de dibujo, lo cual, un tatuaje entra dentro de esta categoría.

La protección que otorga esta Ley se concede a las obras desde el momento en que hayan sido fijadas en un soporte material independientemente del mérito, destino o modo de expresión, por lo tanto, la piel se pudiera considerar como el soporte material. Cabe puntualizar que dicho reconocimiento de los derechos de autor no requiere de registro ni está condicionado al cumplimiento de cierta formalidad.

Aquí viene la pregunta del millón, ¿a quién le pertenece los derechos de autor de los tatuajes?

Imaginemos por un segundo que decidiste tatuarte una ilustración de tu artista favorito, o bien, algún dibujo que viste en una red social, esto, sin solicitar autorización o pagar los derechos correspondientes al artista por lo que en ese escenario los derechos le pertenecen al creador de la ilustración. En este entendido posiblemente estemos frente a una vulneración de derechos de terceros y con esto se pueda efectuar algún reclamo a favor del creador de la obra.

De encomendar al tatuador para crear una obra de su autoría, podríamos hablar de una obra por encargo, siempre y cuando exista un contrato de prestación de servicios donde el cliente contrata al tatuador para diseñar un dibujo específico y posteriormente plasmarlo en su piel a cambio de una remuneración económica. Por lo que en este caso los derechos patrimoniales le pertenecerían al cliente, mientras que los derechos morales siempre estarían con el creador de la obra, en este caso específico con el tatuador.

Recientemente se han dado a conocer más casos relacionados con tatuajes. Uno de ellos es el de los videojuegos, donde se reproducen los tatuajes de los atletas profesionales sin aparente autorización por parte del creador.

Posiblemente te suene muy alejado de la realidad. Sin embargo, con esto podemos reafirmar que la propiedad intelectual se encuentra en todos lados, hasta donde menos lo imagines.

 

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