En nuestra parada por Mulli y en nuestra conversación con el chef Hugo Domínguez Zamarrón, nos sumergimos en el universo detrás del restaurante, donde la tradición y la modernidad se entrelazan en cada plato y en cada rincón del espacio. En un estilo muy Dapper, donde lo sofisticado y lo cotidiano se fusionan con elegancia, Hugo nos compartió su visión gastronómica y su filosofía de vida: una cocina que no solo alimenta, sino que conecta y transmite historias, sensaciones y recuerdos.
Hugo y su socio Héctor, quienes ya habían trabajado juntos en un proyecto anterior llamado Asador Bacanora, soñaban con crear un espacio propio desde hace varios años. Tras su salida de Bacanora, decidieron unir fuerzas y darle vida a un lugar que reflejara su pasión por la cocina, pero con un toque personal que los diferenciara.
‘Siempre tuvimos esa cosquillita de abrir algo juntos, ya fuera un botanero, una taquería, o lo que fuera. Pero cuando llegamos a la plaza donde queríamos establecer el restaurante, decidimos enfocarnos en lo que mejor sabemos hacer: la cocina mexicana contemporánea’.
Esta decisión no solo fue acertada, sino que marcó el rumbo del proyecto. Querían crear un lugar donde la gente se sintiera cómoda, relajada y donde el ambiente fuera tan cálido como los sabores que salían de la cocina.
Es bajo esta premisa que entendemos que el diseño de Mulli no es coincidencia. Cada detalle, desde las texturas de las paredes hasta las lámparas que cuelgan del techo, tiene un propósito: crear un ambiente que invite a la calidez y al disfrute. El chef Hugo explica que se inspiraron en las cocinas antiguas, esas que se encuentran en las haciendas de Monterrey o los conventos de Oaxaca. La idea era traer esa sensación hogareña y de antaño, pero con un toque contemporáneo.
Uno de los elementos clave es la cocina abierta, un espacio donde los comensales pueden ver a los cocineros en acción. ‘Queríamos que la gente viera lo que hacemos, que se sintieran parte del proceso’. Además, esta apertura no solo hace que la experiencia sea más cercana, sino que también evoca recuerdos personales. ‘Uno de los recuerdos más bonitos que tengo es estar sentado en la barra viendo a mi mamá cocinar’, dice, y es justo esa experiencia la que quiere replicar en Mulli.
Una de las cuestiones que más nos llamaba la atención sobre Mulli es su definición como Cocina Mexicana Contemporánea, pero, ¿qué es? Este concepto de cocina ha sido interpretado de diversas maneras por diferentes chefs. En el caso de Hugo, su versión está profundamente arraigada en el respeto por las técnicas tradicionales y el uso de ingredientes locales y de calidad. Sin embargo, también busca incorporar influencias modernas y extranjeras, siempre y cuando estén justificadas y tengan una conexión con México.
Un ejemplo claro de esta filosofía es su ensalada de burrata, un plato que podría parecer extraño en un restaurante mexicano, pero que en Mulli adquiere un sentido propio. ‘La burrata no es mexicana, pero la que usamos es de un rancho en Tabasco. Está hecha en México y eso nos permite utilizarla como un ingrediente local’, explica. El plato se complementa con un puré de betabel espesado con galleta de animalito, un detalle que refleja la creatividad de Hugo y su equipo. Este tipo de combinaciones, donde lo tradicional se encuentra con lo moderno, es lo que define la cocina de este restaurante.
En nuestra conversación también descubrimos que la visión de Hugo va más allá de su propio talento como chef. Para él, el trabajo en equipo es esencial, cada miembro del equipo de cocina tiene la oportunidad de aportar ideas y sugerencias. ‘No me gusta llegar con una receta fija y decirles a todos que la hagan tal cual. Prefiero que participen en el proceso, que se sientan parte de la creación del menú’. Esto no solo crea un ambiente de trabajo más colaborativo, sino que también permite que el menú evolucione constantemente.
‘La cocina es un proceso vivo. Estamos en constante cambio, siempre probando nuevas ideas y viendo qué funciona y qué no’.
Al final del día, lo que hace especial a Mulli no es solo la comida, sino la conexión que logra con las personas que lo visitan. Hugo y su equipo se esfuerzan por crear un ambiente donde los comensales se sientan en casa, donde puedan disfrutar de un taco o un tlacoyo con la mano, sin preocuparse por formalidades innecesarias.
Para Hugo, la cocina es un reflejo de su vida y de las personas que lo rodean. Cada plato cuenta una historia, cada ingrediente tiene un origen, y cada comensal es parte de esa narrativa. En Mulli, la tradición y la modernidad se encuentran en perfecta armonía, creando un espacio donde la comida es mucho más que un simple acto de comer: es un acto de compartir, de conectar y de recordar.