Al escuchar las palabras “muscle car”, tal vez se te vengan a la mente modelos como Ford Mustang, Chevrolet Camaro, o el Dodge Charger. Pero existe un contemporáneo de estos ponys al que no se le da el suficiente reconocimiento; ese es el Plymouth Barracuda.
La historia nos remonta hasta finales de los años 50, donde era común ver carrocerías enormes y acabados de cromo en los autos, aunque estos autos gigantes dominaban el mercado, los consumidores de la época estaban buscando modelos de menor tamaño (en gran parte influenciados por vehículos europeos como el Volkswagen Escarabajo).
Así pues, comenzó una guerra entre Ford, General Motors y Chrysler, tres grandes compañías de Detroit que estaban en busca de crear autos compactos pero potentes. Fue en 1964 que la división Plymouth de Chrysler se encargó de fabricar el Plymouth Barracuda; este auto es considerado como el primer “pony car”.
La presentación del automóvil se hizo dos semanas antes que el Ford Mustang, ya sabemos cómo terminó la historia, Ford se llevó los créditos del término. El primer modelo Barracuda de 1964 estuvo a cargo de Elwood Engel, y destacaba por tener una gran ventana trasera, en esencia estaba basado en otro auto de Chrysler, el Plymouth Valiant, y conservaba los parachoques de cromo y una línea trasera de asientos abatibles.
Se comercializaba en dos versiones, la versión del motor V6 producía unos 145 caballos de fuerza, el motor era conocido como Slatan Six; mientras que su versión V8 era conocido como Commando, y entregaba 180 caballos de fuerza. La competencia directa, el Mustang era más potente y asequible, por lo que el Barracuda estaba pasando desapercibido.
Plymouth tenía mucho que dar, y un año después, en 1985 demostraría su potencial. El modelo “Fórmula S” estaba aún distanciado de sus competidores en potencia, en cambio buscaban armar el mejor pony. Con una suspensión deportiva, barra estabilizadora, un tacómetro de serie y una caja manual de 4 velocidades, debajo del capó llevaba un motor Commando capaz de llegar a los 235 caballos de fuerza.
Con Ford arrasando en ventas con el Mustang, Chrysler necesitaba alejarse del modelo Valiant para crear una identidad propia al Plymouth. Fue así que en 1967 llegó la segunda versión del Barracuda, una bestia en muchos sentidos.
Dimensiones más grandes en todos los aspectos, pesando 39 kilos más que su predecesor, y con medidas de 4.9 metros de largo y 1.8 de ancho; este modelo venía en tres versiones: convertible, fastback y hardtop.
El motor de este auto fue de 6.27 litros, con potencia de hasta 280 HP, el Barracuda tenía 345 kilos sólidos bajo el motor, lo que lo hacía muy difícil de manejar, aunque eso sí, era un avión en línea recta, usándose en las carreras de cuarto de milla y no tanto para la calle.
Sus versiones posteriores mejoraron en estética, incluso en potencia, pero fallaron en diseñar una carrocería capaz de soportar los motores, teniendo problemas de manejo; nada que no se pudiera maniobrar en bajas velocidades, fuera de eso, el Barracuda solo servía como auto para los cuartos de milla.
La economía no ayudó, en años posteriores los precios de la gasolina, seguros impagables para la época, y nuevas normas de seguridad hicieron que la historia de los muscle cars llegara a su fin, dejando a los ponys cars como los conocemos.
El Plymouth Barracuda pudo ser el primer muscle car de la historia, pero fue opacado por sus competidores, aunque trató de explotar lo mejor de sí, terminó sucumbiendo y convirtiéndose en un recuerdo de lo que pudo haber sido.