Este domingo por la noche es la gran gala de los premios Óscar, así que, antes de que le den todos los premios a Emilia Pérez de manera muy injusta, aquí te traemos esos clásicos de la gran pantalla que se merecían sus premios y que, de manera injusta, no se llevaron ninguno.
Taxi Driver – 1976
A mediados de la década de 1970 se estrenó una película que, literalmente, influyó en muchas más, como Joker de 2019. Taxi Driver fue la segunda vez que Robert De Niro y Martin Scorsese trabajaron juntos.
Taxi Driver es ampliamente reconocida por su poderosa narrativa, la actuación magistral de De Niro y la dirección visionaria de Scorsese. Además, la película ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes y fue nominada a cuatro premios Óscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Actor para De Niro.
Sí, ese año también competía con Rocky, y mira, Rocky no es una mala historia; incluso, no podemos negar su influencia y el fenómeno en el que se convertiría tiempo después. Pero, a día de hoy, se nota su bajo presupuesto. Aunque, sí, es impresionante, no se compara con Taxi Driver.
The Shining – 1980
La ambición artística de Stanley Kubrick es, digamos, obsesiva. Todos conocemos las 127 veces que el director hizo repetir la escena del “llanto de Wendy”, pues es una escena real en el sentido de que el llanto era por el estrés de la actriz.
Un clásico del terror psicológico, literalmente le dio prestigio al género. Incluso se considera que su impacto está a la altura de películas como Psicosis de Alfred Hitchcock.
Pulp Fiction – 1994
Hablar de Tarantino es hablar de Pulp Fiction, una de sus óperas primas; innovó en muchos aspectos, es una película oscura y violenta que explora la naturaleza humana a través de varios personajes.
Presentó tres historias que se interconectaban, algo así como Amores Perros. Aunque la película de Tarantino ganó el Óscar a Mejor Guion Original, y su influencia siguió en los años siguientes, sin duda merecía más el Óscar que Forrest Gump.
Brokeback Mountain – 2005
Antes de Emilia Pérez existió Crash, una película que, al igual que Emilia Pérez, fue criticada por su representación superficial y simplista de temas complejos como el racismo y la violencia en Los Ángeles.
El problema es que ganó el premio a Mejor Película cuando ese año competía con la ganadora indiscutible: Brokeback Mountain.
Una película pionera en muchos aspectos, como la representación de una relación homosexual en el cine mainstream, pues se arriesgó a tocar un tema “tabú” de aquel entonces. Además, es innegable la actuación de Heath Ledger y Jake Gyllenhaal.
La La Land – 2016
Ryan Gosling es de esos actores que merecen más reconocimiento. En la película Drive de 2011 ya lo demostró, aunque su verdadera prueba llegaría en La La Land; literalmente, llegó a revitalizar los clásicos musicales de Hollywood.
Su uso del color, la coreografía y las canciones originales (como City of Stars y Audition (The Fools Who Dream)) la convirtieron en una experiencia cinematográfica única.
Emma Stone y Ryan Gosling entregaron actuaciones carismáticas y llenas de química, con Stone ganando el Óscar a Mejor Actriz por su papel como Mia.
Damien Chazelle, con solo 32 años en ese momento, demostró un dominio impresionante de la dirección, llevando al público a un viaje emocional y visualmente deslumbrante.
La gran polémica llega cuando, en la edición 89 de los premios, se anunció que La La Land era la ganadora a Mejor Película. El equipo de la película subió al escenario y comenzó a dar sus discursos de agradecimiento, pero minutos después se reveló que había habido un error: el verdadero ganador era Moonlight, dirigida por Barry Jenkins.
El momento fue incómodo y surrealista, y se convirtió en uno de los momentos más icónicos (y vergonzosos) en la historia de los Óscar.
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