En el mundo del maridaje, algunas combinaciones parecen sacadas de un atrevido experimento culinario, hasta que las pruebas y descubres que son pequeñas revoluciones gustativas. Estos pairings inusuales no solo funcionan, sino que elevan la experiencia gastronómica a un arte.
Malbec y tacos al pastor
Sí, el pastor ya no es lo que era. Pero si tienes la suerte de dar con un lugar que aún lo hace bien —carne bien adobada, jugosa, con esa grasita que lo hace brillar—, un Malbec joven (servido fresco, a 14-16 °C) es su compañero ideal.
¿Por qué? Porque sus notas a frutas oscuras (ciruela, mora) y un toque especiado (pimienta negra, clavo) realzan el adobo sin apagarlo, mientras que sus taninos suaves limpian el paladar.
Como recomendación, evita Malbecs muy añejados en roble; lo que quieres aquí es frescura, no madera.
Sauvignon Blanc y sushi (no “suchi”)
Olvida el California roll con queso crema: hablamos de nigiri de atún, sashimi de salmón o hamachi fresco. Un Sauvignon Blanc fresco, con su acidez vibrante y notas herbales (hierba recién cortada, lima), corta la grasa del pescado y equilibra la salinidad de la soya.
Los mejores ejemplares (como los de Marlborough, Nueva Zelanda) incluso tienen un toque mineral que recuerda al mar. Como recomendación, si el sushi lleva wasabi, mejor; el picor se integra sorprendentemente bien con los cítricos del vino.
Rosé seco y papitas con valentina
Puede sonar sencillo, pero un Rosé espumoso seco (como un Prosecco Rosé o un Lambrusco) es el complemento perfecto para unas papas con salsa. Las burbujas lavan el picante, mientras la frescura ácida (frambuesa, fresa) equilibra la sal y el umami de la Valentina. Bonus: El color rosado hace que hasta el chips & dip se vean elegantes.
Riesling semi seco y comida thai
El dilema de la comida tailandesa: es dulce, picante, ácida y herbal al mismo tiempo. Un Riesling semi-seco alemán (con su balance entre azúcar residual y acidez) es el traductor perfecto.
Los sabores a durazno y miel suavizan el heat del curry, mientras la acidez corta la cremosidad del coco. Te recomendamos un Kabinett o Spätlese de Mosel, servido bien frío.
Cabernet Sauvignon y pizza de pepperoni
El secreto aquí está en los contrastes: los taninos del Cabernet Sauvignon (especialmente uno con notas a pimiento verde y cassis) cortan la grasa del pepperoni y el queso fundido, mientras sus notas especiadas (canela y clavo) complementan el orégano y el ajo de la salsa.
Elije una pizza con masa chewy y bordes crujientes para que el maridaje sea impecable.
