Un sommelier es capaz de percibir espectros de sabor y olor que una persona no entrenada apenas podría imaginar. Como cualquier músculo, esta habilidad se refina con ejercicios y entrenamiento, que todos podemos practicar.
Identificar los elementos en cada etapa
La degustación del vino tiene varias etapas. Si aprendes a diferenciarlas, podrás entender los elementos que describen al probar el vino.
El ataque es cuando se percibe el vino en la boca inicialmente. La evolución son los detalles que cambian en el vino al pasarlo por toda la boca. El retrogusto son los detalles que se perciben cuando se traga el vino. La permanencia son los detalles que se perciben en la boca después de tragar el vino.
Probar, probar y seguir probando
Adéntrate a explorar distintos sabores, marcas, cosechas. No puedes reconocer el sabor de algo que jamás has experimentado.
Ejercitar la memoria
¿Sabes reconocer distintos olores? Genera el hábito de identificar las tonalidades de lo que hueles, los perfumes y lociones, las bebidas y los alimentos. Trata de identificar los olores y recordarlos aun cuando no están presentes.
Aprender a poner todos los sentidos en acción
Ejercita todos tus sentidos a la vez, no sólo al beber vino, sino en cada comida. Identifica la sensación de las frutas en tu lengua y los aromas de las especias, pero también las texturas.
Catas a ciegas
Si ejercitas las habilidades anteriores, podrás ponerlas a prueba con una cata a ciegas. Prueba vinos sin saber la etiqueta y trata de identificar el nombre de cada uno. Puedes hacerlo como un ejercicio divertido con tus amigos para no desperdiciar el vino.