No cabe duda, vivimos en una era digital sin precedentes. Lo anterior da lugar al nacimiento de nuevos conceptos y modalidades que debemos de ir aprendiendo conforme se avanza en este mundo digitalizado. No es novedad, cada vez existen más marcas que optan por expandir su contenido a través de un sitio web para lograr mayor posicionamiento en el mercado.
El término ciberocupación, también conocido como cybersquatting, surgió hace algunos años y la realidad es que a pesar de no ser un concepto reciente se habla muy poco de esta práctica ilegal. Quizás en este punto te preguntes, ¿qué es la ciberocupación?
La Real Academia Española lo define como la acción consistente en el registro de mala fe de un nombre de dominio para después revenderlo al legítimo titular o empresa, perjudicando con ello su imagen.
En otros términos, consiste en adquirir nombres de dominios web similares o idénticos al de una marca. Esto con la finalidad de confundir al consumidor, o bien revender este nombre de dominio al titular de una marca registrada para obtener un lucro directo de estas empresas.
Existen dos tipos de cybersquatting; el primero denominado typosquatting, consistente en hacerle alguna variación de letra al dominio para que sea similar. El segundo es conocido como bitsquatting, en donde llevan al usuario a un sitio web distinto. Ambos con la finalidad de obtener un beneficio.
Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), las disputas relacionadas con dominios han aumentado considerablemente durante la crisis de COVID-19. El mundo va evolucionando, por lo que es de vital importancia contar con prevención legal más allá de lo tradicional, así como vigilancia e implementación de estrategias para la protección de estos activos intangibles.
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