El día tenía el clima perfecto para disfrutar al máximo de la cita, la Hacienda Lagunillas en Huimilpan recibió a cada invitado con los brazos abiertos, entre música, baile y amigos. Llegamos ansiosos por probar los antojitos mexicanos con algunas sorpresas gratas, como los tamales de amaranto y el agua de guayaba y nopal.
Para los deseosos de experimentar en carne propia lo que es ser una catrina o calaverita, los profesionales del maquillaje te daban la oportunidad de lucir de ultratumba. Fue así como poco a poco el evento se fue llenando de rostros cadavéricos por doquier, en una suerte de magia a lo Hollywood.
Durante la tarde, la artista Demencia realizó una intervención a un automóvil en tiempo real. Acercarte a observar las pinceladas de la artista y su concentración, mientras alrededor todo sucedía, resultaba en una postal interesante. Al mismo tiempo que esto, distintos artistas por parte de la Galería Juan Carlos hicieron una obra plástica a manera de cadáver exquisito, con la intención de subastar la pieza final en beneficio del INAH.
El trabajo de los artistas en la pasarela fue una producción fenomenal, “Un viaje al cielo” fue el fruto de muchos meses de trabajo para diseñadores, maquillistas y modelos.
El nombre es un homenaje a los difuntos en la terrible crisis por la pandemia, especialmente a Josué Hinojosa, padre de Esmeralda Hinojosa. Entre lágrimas, Esmeralda nos compartió la historia de su pérdida. Los rostros de los presentes, con maquillaje festivo, parecían reflexionar sobre sus propias historias, sus propios difuntos.
Pudimos ver un despliegue de habilidad artística con distintas catrinas, encarnadas por modelos como Miranda Huerta, Miss Ciudad de México 2022 y Victoria Nieto, Reina de las Fiestas Patronales de Querétaro. Pudimos disfrutar de vestidos pintados a mano, catrinas inspiradas en las mariposas monarca e, incluso, una modelo con body paint. Verlas bajar de las escaleras con sus elegantes vestidos, maquilladas con detalles coloridos y hermosos, nos paralizó a todos en el público.
Entonces comenzó la Ceremonia de los Concheros de Aztlán, capaz de hipnotizar a todos los asistentes. El baile ceremonial parecía acelerar el ritmo cardíaco conforme el ruido de sus pasos. El fuego envolvió a la noche en un aura mística.
Antes de la cena Michelin, los organizadores y representantes dieron unas palabras. Primero, en reconocimiento de la calidad de los eventos con Michelin y el gran apoyo de la Secretaría de Turismo.
Rebeca Hein de Grupo Michelin expresó su reconocimiento por confiar en el estado de Querétaro. “Nos fijamos en la historia. La guía Michelin nació hace más de cien años”. Expresó que traer este tipo de eventos a México es muy emocionante, ya que México tiene como patrimonio su gastronomía y es algo que se puede explotar.
“En esta ocasión, el evento es para apoyar al INAH” comentó Rodrigo Velázquez Escalante, director del restaurante Labrantío en la Hacienda Lagunillas. Habló de la importancia de “que tengamos el compromiso como mexicanos de la conservación de nuestro patrimonio”.
La diputada Paulina Aguado Romero compartió los planes a futuro, pues “el próximo cuatro de noviembre vienen los jurados a hacer un recorrido para contemplar la posibilidad de que México pueda tener una guía Michelin, esperemos que ese sueño se consolide”.
Aportando a la conversación, Bernardo Aguilar Calvo, en representación de Marcelo Ebrard, habla de que el patrimonio arqueológico no debe ser sometido a subastas. “Cada vez que se hace una subasta, tratamos de impedirla”.
La cena sorprendió a los paladares con cada platillo, que se realizó en un mano a mano entre el chef Álvaro Sanz, de Ibiza, y la cocinera Angelita Esperanza, de Villa Esperanza.
Los comensales pudieron disfrutar del menú en acompañamiento de un conjunto, Pre Soft Band, que amenizó la ocasión con un amplio repertorio de música. Entonces, empezaron a llegar los platillos.
Primero, la tostada de arriero con conejo en mole de manzana verde y queso fresco inspiraba una combinación entre sabores fuertes y predominantes, pero con la frescura de un subtono dulce.
Seguíamos disfrutando de la noche cuando llegaron las verduritas del Mediterráneo en escabeche con salsa de Foie armonizaban perfectamente los sabores y texturas de una variedad de vegetales. La combinación perfecta entre salado, ácido y dulce.
Las alubias de Tolosa y matanza de cerdo a la vizcaína enamoraron a más de uno con la presentación de sus sabores. Cabe mencionar que este platillo y el anterior estuvieron a cargo del chef Álvaro Sanz, la tostada y el postre estuvieron a cargo de Angelita Esperanza.
De postre, la tierra queretana se lució con sus frutos con un nopal cristalizado relleno de requesón con nuez, xoconostle cristalizado relleno de queso de cabra y piñones, servidos con miel de garambullo.
El evento logró unir a los asistentes alrededor de la gastronomía, la apreciación artística y del patrimonio cultural.