Desde que surgieron los primeros relojes inteligentes, detractores señalaban que una de sus principales flaquezas sería la desactualización que enfrentarían estos dispositivos por cuestiones de software, razón por la cual, los relojes tradicionales tendrían siempre una ventaja frente a sus rivales más modernos.
Lo cierto es que en la actualidad, los sistemas operativos de estos smartwatches no siguen la lógica de los celulares, el sistema operativo tiene pocos cambios, y aunque existen actualizaciones, estas buscan primordialmente ajustar errores y, de vez en cuando, agregar algunas funcionalidades.
Los relojes inteligentes están más enfocados a la productividad y el ejercicio que, los relojes tradicionales: ya sea para recibir llamadas, contar pasos, estimar calorías quemadas o monitorear la calidad del sueño; mientras que los relojes mecánicos siguen cumpliendo, primordialmente, la función de accesorio, es decir un detalle que brinda estilo y distinción a quien lo porta.
Sobre todo si se toma en cuenta que actualmente hay relojes inteligentes de lujo, como Tag Heuer Connected Modular con un costo de 180 mil dólares, o su versión llena de diamantes que llegó a cotizarse en 3.2 millones de dólares.
Los smartwatches también pueden ser productos de lujo y distinción, pero ese no es su mercado primario, están pensados en gran medida en ser un complemento de los celulares, y aunque cada vez hay más modelos que pueden ser independientes, la mayoría explota todas sus posibilidades solo en la simbiosis con el teléfono.
Aunque con características similares, buscan satisfacer necesidades distintas, las cuales no se circunscriben a su función principal que es brindar la hora.
En este sentido, la casa francesa, Louis Vuitton en accesorios entró en el mercado de los smartwatches con Tambour Horizon, que está a la venta en el mercado por 2 mil 500 dólares, precio mucho más modesto que el resto de los modelos. Este equipo tiene dos aplicaciones, un poderoso procesador Snapdragon Wear 3100 y batería con duración de hasta cinco días.
Por otra parte, se observa con detenimiento, hay un mundo de posibilidades de diseño en los relojes mecánicos, incluso en aquellos kinéticos, cuyas carcasas traslúcidas muestran el fascinante mecanismo interno que les brinda funcionamiento.
Es obvio que un reloj mecánico enfrentará de mejor manera el paso del tiempo, y que muchos relojes inteligentes serán obsoletos dentro de 20 años, pues esa ha sido la dinámica que han tenido distintos aparatos electrónicos de manera histórica, basta recordar en los reproductores de música portátil y en lo lejano que luce el Walkman hoy en día.
Aunque hay para todos los gustos y bolsillos, hay piezas de relojes mecánicos impresionantes, como el Grandmaster Chime Ref.5175 que salió a la venta en 2014 como parte de la celebración por el 175 aniversario de Patek Philippe, únicamente se elaboraron siete, los cuales están compuestos por cerca de mil 366 piezas, caja reversible en oro rosa y sus sistemas son considerados como los más complicados, lo que ha despertado la curiosidad e incrementado su precio, incluso es uno de los más caros del mundo, alcanzando cifras de hasta 72 millones de dólares.
Pese a todo, la única certeza es que el reloj seguirá siendo un accesorio indispensable para hombres y mujeres, y en un objeto de deseo, ya sea en sus versiones inteligentes o tradicionales.