Tanto la palabra Mindfulness, como su práctica, toman forma hace más de 2 mil años, como parte de la evolución de las tradiciones contemplativas orientales, no obstante, con el desarrollo de la neurociencia actual, los conceptos y beneficios se han comprobado, con evidencia científica que crece exponencialmente cada día.
¿De dónde surge?
Haciendo un poco de historia, en 1979 cuando Jon Kabat-Zinn, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts funda la clínica de reducción de estrés en dicha universidad, en esta clínica, el Dr. Kabat-Zinn comienza a impartir el programa de “Reducción de Estrés Basado en Mindfulness” (MBSR, por sus siglas en inglés), por el cual, a la fecha han pasado decenas de miles de personas.
Kabat-Zinn define Mindfulness como: “El estado de conciencia que emerge de prestar atención de una manera en particular: deliberadamente, al momento presente, con aceptación y sin juicio”.
Las definiciones hablan de la capacidad humana universal de prestar atención a la experiencia directa que, si bien es innata, con los años y por el ajetreo de la vida cotidiana, vamos dejando de lado. Por así decirlo, vamos “olvidando”.
¿Qué es Mindfulness?
Mindfulness es una forma de estar más atentos al momento presente. Es reconocer lo que está sucediendo mientras está sucediendo, con aceptación, curiosidad y sin juicio. Es entrar en contacto con la experiencia directa, tal cual se va desenvolviendo.
Es decir, prestar atención a aquello que estamos haciendo, sin pensar mucho en eso.
¿Cómo implementarlo?
En este sentido, con la práctica de Mindfulness, reaprendemos a vivir nuestra vida con una menor interferencia de las mil y una opiniones con las que nuestra mente nos bombardea todo el tiempo; muchas de las cuales son sólo una perspectiva parcial, y a menudo distorsionada, de lo que en realidad nos está sucediendo.
De esta forma, Mindfulness es una forma de vivir. Es una forma de comprometernos profundamente con nuestra existencia, apelando a las cualidades innatas que todos tenemos.
Es decir, todos nacemos con la capacidad de ser felices, pero, a menudo, se nos olvida. Mindfulness nos ayuda a recordarlo.